
Deshidratación en niños
Los niños y el verano son una combinación en la que se producen con más frecuencia cuadros de deshidratación. Damos unos consejos para prevenir, detectar y tratar esta situación.
Que es
El cuerpo está en un equilibrio constante en cuanto a la cantidad de líquido y electrolitos que contiene; constantemente estamos perdiendo de ambos (por la orina, heces, sudoración y respiración) y debemos reponer estas pérdidas por medio de la ingesta de líquido y alimentos.
Llamamos deshidratación a la rotura de ese equilibrio, de manera que el cuerpo pierde más líquidos y electrolitos de los que ingiere.
Los niños y bebés son sensibles a la deshidratación, ya que los síntomas pueden pasar desapercibidos.
En nuestro entorno las deshidrataciones suelen detectarse y tratarse a tiempo, pero pueden tener consecuencias importantes y son una causa importante de mortalidad en el tercer mundo.
Causas
La deshidratación puede ser por dos motivos:
- Menor ingesta de líquidos: Por ejemplo por una enfermedad que dificulte tragar, como enfermedades de la boca, problemas neurológicos…
- Aumento de las pérdidas: Por ejemplo por vómitos, diarreas, fiebre, enfermedades renales…
Vómitos y diarreas son las causas más frecuentes en niños, y es en esas situaciones en las que tenemos que estar más vigilantes.
Síntomas de deshidratación
Si el niño es capaz de comunicarse el principal signo de la deshidratación es la sed. Como hemos dicho, el cuerpo constantemente está perdiendo líquidos de forma natural, y su forma de decirnos que hay que reponerlos es la sed.
El problema ocurre cuando no puede comunicarse, y es cuando hay que estar vigilantes a una serie de signos de alarma:
- Menor producción de orina (el cuerpo ahorra el agua que tiene).
- Pérdida de la turgencia de la piel si la pellizcamos.
- Sequedad de lengua.
- No producción de lágrimas.
- En bebés con fontanela, ésta se encuentra deprimida.
- En casos más severos: Ojos hundidos, obnubilación…
Prevención
Si estamos atentos en situaciones de riesgo, y ofrecemos líquidos con frecuencia, evitaremos la mayoría de las deshidrataciones, o sólo serán leves. En niños que sólo toman pecho hay que ofrecer el pecho con más frecuencia.
Esas situaciones de riesgo son:
- Días calurosos, o con actividades que supongan un aumento de sudoración.
- Enfermedades, sobre todo las que impliquen fiebre, vómitos o diarreas.
Tratamiento
En el caso de que sospechemos una deshidratación, hay que reponer el líquido y los electrolitos que necesita. Aunque hay fórmulas caseras (limonada alcalina), lo mejor es comprar en farmacia fórmulas especiales para reponer líquidos y electrolitos con la concentración adecuada para niños. Es mejor no usar agua sola, a no ser que vayamos a tardar en disponer de la fórmula de rehidratación, o se trate de una deshidratación muy leve y pueda comer alimentos (que aportarán electrolitos).
Si sospechamos una deshidratación más importante, debe ser valorado por un pediatra, ya que puede ser necesario el ingreso del niño para realizar la rehidratación por vía intravenosa (un gotero).